La Segunda Guerra Mundial

Finalizada la Primera Guerra Mundial o bien la denominada Gran Guerra, se firmaron los ya nombrados tratados de paz que pusieron en entredicho sus finalidades puesto que fueron acusados por varios países de tener una funcionalidad débil e incluso injusta. Estas discrepancias condujeron a un ambiente de disconformidad e incluso de aspiración de venganza.  Teniendo en cuenta que el Tratado de Versalles redujo de una forma considerable los territorios de Alemania y Austria (zonas mayoritariamente pobladas de germanos) provocó grandes fricciones, sumándose a ello que el tratado favoreció notablemente a las potencias vencedoras compensándoles y adquiriendo en el caso del Reino Unido la mayor parte de las colonias alemanas en África y Oceanía. Por su parte Francia recibió el pago de una gran indemnización y recuperó Alsacia y Lorena, territorios anexados por Alemania en la guerra franco-prusiana.

Como no es de extrañar la visión popular alemana acerca del Tratado de Versalles era pésima; la economía alemana se veía sometida a las fuertes indemnizaciones de guerra, los pagos y servidumbres a los Aliados eran cualificados de excesivos y abusivos. Además el estado se veía encarecido de fuerzas de defensa frente a amenazas externas, ya que la desmovilización forzosa del ejército hasta la fuerza máxima de 100.000 hombres permitida por el tratado dejaba Alemania desprotegida (en comparación al ejército anterior) que se veía amenazada en gran parte por parte de URSS, por no hablar de la situación que sufrieron miles de excombatientes que se vieron obligados a buscarse otra forma de subsistencia que se vio extremadamente afectada por el declive de la economía alemana.

La generalizada tensión social afectaba a toda Alemania.  No se debe olvidar que con la abdicación de Guillermo I, (responsable de aceptar el tratado) y con el ansiado deseo de cambiar los obreros, la pequeña burguesía alemana y el ejército se reunieron en Weimar dónde decidieron adoptar un gobierno de tipo republicano, aceptando que la soberanía de un país reside en el pueblo. No obstante, la conocida Republica de Weimar no contó con el apoyo de los sectores más poderosos, ya que dicha republica* creía conveniente pagar todas las exigencias estipuladas por el tratado y esto podría poner en peligro los intereses de la burguesía industrial.

El caldo de cultivo existente a nivel social, combinado con la Gran depresión de los años treinta en sus inicios, acabó por debilitar a la Republica de Weimar que fue incapaz de mantener el orden interno.

En esta etapa emerge un partido nacionalista que dirigido por un líder persuasivo que arengaba conmovedores discursos, de ideas nacionalistas, poco a poco fue devolviendo el orgullo y la fe al pueblo alemán de la humillación y la vergüenza duradera aún de la Primera Guerra Mundial. El artífice de dicho partido fue Adolf Hitler.  La propuesta de Hitler consistía en el rearmen militar como algo imprescindible para librarse del yugo opresor de las antiguas potencias Aliadas cuyas fricciones permanecían vigentes.  Además este partido culpabilizó a judíos, marxistas y liberales de la inestabilidad del país y de la desgracia actual en la que se veían inmersos.  Además fundamentaba que Alemania tenía derecho a recuperar los territorios que fueron suyos, así como asegurarse el necesario espacio vital para garantizar su crecimiento y prosperidad y reconstruir  así una Gran Alemania. Los judíos fueron considerados culpables de la decadencia económica puesto que eran quienes controlaban la encomia capitalista.

La necesidad de Alemania de demostrar su poderío bélico-militar para así lograr una posición política de superioridad frente a otros países, más el deseo de controlar y dominar algunos territorios para explotar sus riquezas naturales (las pretensiones de Hitler se centraban en convertir Alemania en la máxima potencia terrestre, así como Inglaterra lo era marítima, condujeron al apoyo de varios militares. Poco a poco el partido se presentó como el elemento necesario para devolver la paz, la fuerza y el progreso de la nación, lo que hizo que ese número reducido de afiliados aumentara hasta que en un intento fallido de hacerse con el poder, lo que se conoce como el Putsch de Munich*, Hitler fue apresado, el partido ilegalizado y como consecuencia varios muertos.  Hitler estuvo apresado 8 meses y allí escribió su libro cumbre, Mein Kampf *, en donde asentó sus ideas y su plan de lucha futuro. Su secretario fue Rudolf Hess que más tarde sería uno de los más importantes líderes del nazismo del Tercer Reich.

Los nazis lograron racionalizar las partes más duras de su ideario, gracias a esto consiguieron potenciar, alimentar y extender la necesidad de la reparación en la sociedad alemana. Partiendo de problemas de vital importancia y de conductas de carácter fascista, el partido basó las soluciones en el militarismo* y la adherencia de la disciplina fascista, justificando la represión brutal de cualquiera que no pensara igual, acusándolo de enemigo del estado.  El ambiente que se palpaba en Alemania hizo que la población no reparase el incumplimiento de los tratados. Hasta 1932 el NSDAP logró incrementar su cuota electoral en las elecciones federales.

Ya en el  año 1932 con las octavas elecciones federales, y el nazismo consiguió el mayor número de votaciones. Frente a la imposibilidad de los demás partidos, el presidente Hindenburg nombra Canciller a Hitler y le ordena formar el gobierno. Un incendio arrasa el Reichstag*, el parlamento alemán. Con este pretexto Hitler declara el estado de excepción y en seguida surge la acusación de que los comunistas son los culpables de tal, y consigue que Hindenburg firme el Decreto del Incendio del Reichstag, aboliendo el partido comunista.

Con la clausura del Parlamento, creó el Tercer Reich y se nombró Führer* con todo el poder político, y exige una total sumisión y fidelidad a su persona. La noche de los cuchillos largos (30 de Junio al 1 de Julio de 1934) con la guardia personal de Hitler, las S.S.* y las S.A.* creadas para perseguir disidentes, eliminó a todos los opositores, enemigos del Reich. Esta acción de fuerza provocó  la reacción de admiración por parte del ejército y la industria.

Apresuradamente restauró el servicio militar generalizado que había quedado abolido por el Tratado de Versalles y no tardó en remilitarizar Renania en 1936. Incluyó la práctica de una política extranjera agresiva, el pangermanismo* que se inspiraba en la búsqueda del Lebensraum, destinada a reagrupar en el seno de un mismo estado a la población germana de Europa centrar, comenzó por Austria (Anschluss*) en 1938 después de un referéndum que se llevó a cabo sin ningún tipo de democracia.  La política exterior de la época se basaba en recuperar los territorios que disponía Alemania y a los cuales permanecía antes del Tratado de Versalles.

El apoyo de las fuerzas franquistas durante el conflicto de la Guerra Civil Española, al levantamiento militar del General Francisco Franco por parte de Italia y Alemania fue un intento de establecer un estado fascista controlando el acceso al Mediterráneo con vistas a una futura guerra en Europa. En la región conocida como los Sudetes en el oeste de Checoslovaquia residían unos tres millones de alemanes, descendientes de antiguos colones germánicos que  reclamaban la autodeterminación*, que cuyos derechos según el gobierno alemán estaban siendo infringidos. Se convocó la Conferencia de Múnich, dónde se aceptó la anexión de los Sudetes, donde el tripartito entre Alemania, Francia y Gran Bretaña, y dónde el francés Daladier y el primer ministro británico Chamberlain siguiendo una política de apaciguamiento, confiaron ciegamente en que esa sería la última reclamación y reivindicación de la Alemania nazi.  Pero la contrariedad de sus palabras se manifestó en marzo de 1939 cuando los ejércitos alemanes entraron en Praga y anexaron Bohemia y Moravia.  A su vez, Hitler propició la aparición del estado títere de Eslovaquia. También se apoderó de Memel, perteneciente a Lituania.

En vista del fracaso de apaciguamiento, demostró a las potencias occidentales que no era posible confiar en cualquier tratado firmado por Hitler, y se consideró que sus aspiraciones de poder y expansión no se debían tolerar. Asimismo durante el periodo de los años treinta, comenzaron a definirse y establecerse las alianzas de guerra.

Por una parte en 1936 Alemania y Japón firmaron el Pacto Antikomintern*, con el que se oponían directamente a la Internacional comunista. A este pacto se unieron más tarde Italia, España, Hungría, Bulgaria y Manxukuo. Pese a la difícil relación inicial entre Alemania e Italia debido al Eje de Roma-Berlín, en 1939 finalmente se consumó dicha alianza política y militar con el Pacto de Acero*.

Por otra parte Hitler también debía de preocuparse de prevenir y evitar el peligro que supondría abrir dos fronteras (occidental y oriental) así pues tuvo que intentar establecer un acuerdo con la URSS. En ese mismo año, el 23 de agosto, Alemania y la URSS firmaron el Pacto de Ribbentrop-Mólotov*, o pacto de no-agresión germano-soviético, que incluía un protocolo secreto por el que ambas potencias se dividían Europa central en esferas de influencia, incluyendo la ocupación militar. Hitler pasó a centrarse en la preparación para el conflicto futuro con los Aliados, cuando invadiera Polonia a fin de incorporarla a Alemania.

Las potencias occidentales reaccionaron o bien con una política aislacionista* o bien con vacilaciones y debilidad. No fue hasta la invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939 cuando esta provocó una fuerte reacción por parte de los gobernantes franceses y británicos, que se vieron obligados a intervenir por los pactos firmados de ayuda mutua y soporte militar. Des del comienzo de la invasión, emitieron un ultimátum que exigía que las tropas alemanas se retiraran del territorio polonés antes de las 11 horas del día 3 de septiembre. La negación alemana condujo a ser la causa más inmediata del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

 Las consecuencias de la guerra, no sólo abarcaron los horrores propios de toda la guerra, sino que indirectamente introdujo formas de sufrimiento, las propias deportaciones masivas a campos de concentración de trabajo, que se convertían en campos de exterminio para los judíos, homosexuales, eslavos, discapacitados, comunistas, entre otros, en la Alemania nazi. Este suceso también se dio en Estados Unidos y otros países de América, internando a sus ciudadanos de ascendencia japonesa. Por otro lado, las masacres masivas de población y prisioneros enemigos de las fuerzas japonesas en Rusia. En la Unión Soviética los malos tratos a los prisioneros de guerra era prácticamente una rutina. Las violaciones a gran escala de mujeres y los experimentos científicos usando prisioneros realizados por médicos nazis y japoneses.

La Segunda Guerra Mundial, introdujo el bombardeo aéreo masivo de civiles y lanzamiento de cohetes iniciado por el Eje en Varsovia, Londres y otras ciudades. Además fue la primera y única vez en la historia que se utilizaron bombas atómicas: dos bombas fueron arrojadas por los Estados Unidos que explotaron en Hiroshima y Nagasaki.

Demográficamente, Se estima que alrededor de 6 millones de judíos junto con otros grupos étnicos fueron asesinados por los nazis, principalmente mediante la deportación a campos de concentración, algunos tan conocidos como Auschwitz, Treblinka y Majdanek. Por otro lado, millones de personas se vieron desplazadas y desarraigadas de sus lugares de orígenes a causa de los durísimos años de la postguerra sobre todo para la población civil.

La Segunda Guerra Mundial contribuyó a que emergieran dos superpotencias que buscaban repartirse el mundo: Estados Unidos y la URSS. La Sociedad de Naciones, a la que se responsabilizó de contribuir a desatar la guerra, fue reemplazada por la ONU. La carta de las Naciones Unidas se firmó en San Francisco el 26 de junio de 1945. En los Juicios de Núremberg y Tokio, parte de la jerarquía nazi y del Tenno nipón fue juzgada y condenada por crímenes contra la humanidad.

Los soviéticos, que se aliaron con EE. UU. y los aliados sólo por conveniencia contra el enemigo común, Alemania, se convirtieron en enemigos por sus ideales contrarios, y así comenzó una era de guerra fría en Europa. En Alemania tras la firma del armisticio por parte del Eje, el Plan Marshall* contribuyó a la reconstrucción de Alemania. Si bien los alemanes perdieron la guerra, sus adelantos en tecnología punta en cadenas de industrias, fabricación de componentes para cohetes, misiles y diversos tipos de armas ayudaron a los Aliados del Oeste y sirvieron para el llamado milagro alemán*.

Sin embargo se presentó la expulsión de alemanes en Europa central, Prusia, Checoslovaquia, Polonia y países bálticos, donde había asentamientos alemanes desde varios siglos atrás. Los alemanes de los Sudetes, que pedían su incorporación a Alemania, habían desencadenado el desmantelamiento de Checoslovaquia, acordado en los Acuerdos de Múnich de 1938. Tras la toma de esos territorios por el ejército soviético, numerosos alemanes fueron expulsados o dejaron su tierra para ir a Alemania o Austria, en condiciones generalmente dramáticas.

Los Estados Unidos tomaron la iniciativa de una actitud “positiva”. Impusieron la democracia a través de una depuración y de un control del estado y la educación. Las pérdidas de vidas humanas para Estados Unidos fueron, en comparación con el resto de los Aliados, muy inferiores en número porque en su territorio no se desarrolló la guerra y las pérdidas sólo fueron militares.

Los Aliados, si se exceptúa el Reino Unido, jugaron un rol menor o fueron descartados de las negociaciones referentes a la puesta en práctica de las dos zonas de influencia que siguieron a los acuerdos de Yalta* y de Potsdam*. Esta situación, que porta en sí misma los gérmenes de la Guerra Fría, llegaría a durar hasta 1989. El Reino Unido salió considerablemente debilitado de la guerra. Ésta, en efecto, consagró el fin de su poderío colonial. Por consiguiente, las Islas Británicas conocieron una crisis sin precedentes, que requirió la reconstrucción y reestructuración de su economía.

Territorialmente, Rusia anexionó el este de Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, y partes de Finlandia y Rumania. Polonia recibió territorios de Alemania. Alemania y Austria quedaron divididas en cuatro zonas de influencia, posteriormente Austria recuperó su independencia en 1955 y en el caso de Alemania, Estados Unidos, Francia y Reino Unido unificaron sus respectivas zonas de influencia en la República Federal Alemana y la URSS hizo lo mismo con su zona de influencia y la convirtió en la República Democrática Alemana.

La guerra dejó al descubierto la debilidad de los países europeos y los movimientos de independencia de las colonias se generalizaron con el apoyo de las dos superpotencias. Los ejércitos de las potencias coloniales no tenían ya capacidad para controlar dichos movimientos, por lo que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX de produjo la llamada descolonización*