Disertación personal

Para comenzar, hemos estudiado los acontecimientos históricos que sucedieron previamente al auge del nacionalsocialismo. Ciertamente estamos tratando una época pasada, aunque vigente en nuestro pensamiento. El régimen nazi ha pasado a nuestra contemporaneidad como el fenómeno ético y moral del siglo XX, si bien está claro que con ello acarreamos las consecuencias más nefastas y funestas. Sin embargo cuando se nos propone comprender la complejidad de los actos, nos alertamos cuantiosamente por los prejuicios étnicos que supone. A mi modo de ver, tratamos con un periodo de entreguerras dónde las fricciones y las frustraciones entre las diferentes potencias mundiales, y asimismo la sociedad que conllevan, estaban presentes en el día a día. Ambas guerras mundiales subyugaban a sus oponentes por cuestiones del ámbito económico, generalmente. El hecho de que Alemania quisiera establecerse como una potencia hegemónica fue un gran condicionante para el estallido de la guerra. No hay que olvidar que tratamos con un período de expansión, de colonialismo, en el que las posesiones territoriales cobraban un alto nivel económico y productivo. Por otra parte, las condiciones de vida y meramente el modus vivendi de las sociedades estaba cambiando e incluso podríamos decir que progresando con la segunda revolución industrial. La aparición de nuevas tecnologías y las nuevas formas de vida, suponían un avance en la sociedad y asimismo una inestabilidad entre ella, propia de los cambios sociales. Del mismo modo, hemos de tener presente que los medios de comunicación eran limitados.

Más concretamente hemos de considerar la crisis de postguerra que se sufrió, especialmente en Alemania, y agregarle la depresión de los años treinta con sus respectivas consecuencias, tales como la devaluación de la moneda o el alto desempleo. Sin embargo, estamos analizando aspectos totalmente objetivos en los que la interpretación de los contemporáneos se nos presenta como algo atípico en nuestra actualidad. Pese a esto debemos de tratar de empatizar con los ciudadanos alemanes si queremos comprender sus actitudes. Como es evidente todas las consecuencias de la Gran guerra fueron de enorme desprestigio para Alemania, y con ello para sus habitantes. De este modo no es de extrañar que la atmosfera vivida fuere de decadencia y de humillación, y tanto en la población alemana como en cualquier otra sociedad, sentimientos de degradación y deshonra ansían ser despojados. El anhelo hacia la gran Alemania más el deseo de resurgir de una sociedad fueron el motor primero, indirectamente, hacia el genocidio. 

El nacimiento de los fascismos, ya bien sea el fascismo italiano como el alemán, fue el contribuyente decisivo. Para los alemanes el fascismo surgió como una vía de escape. En situaciones precarias suponía una mejora que por ligera que fuera o el coste que tuviera, emocionalmente suponía una gran iniciativa hacia la prosperidad. Si bien es cierto, en Italia fue Mussolini como en España Franco, pero en todos los casos, tanto como en el de Hitler la clave del triunfo fue el fortuito momento de su aparición. Adolf Hitler sacó partido del inopinado momento del declive alemán. La oratoria que Hitler poseía le facilitó considerablemente el ascenso al poder, puesto que sus embriagantes palabras se incrustaban en el seno de miles de mentes alemanas.

Las acciones radicalizadas y los comportamientos propios como hechos objetivamente analizados hallan su explicación, y no por eso su justificación, en la complejidad de la mente de Adolf Hitler. No obstante, la conducta llevada a cabo por miles de alemanes, tanto dirigentes nazis como simplemente la aceptación y familiarización con el nazismo de la sociedad alemana desde una óptica más subjetiva, encuentran su justificación en diferentes factores.

A priori, hemos analizado los dos tipos de factores viables; factores disposicionales y factores situacionales. Ambos propugnan dos consignas opuestas, mientras una sugiere que para llevar a cabo tales conductas debió haber una predisposición por parte de los autores del genocidio, la otra confronta que dicho comportamiento fue fruto de la reacción ante unas circunstancias determinadas. Por tanto, la implicación del un factor externo refuta la opción de que se tratara de una conducta de voluntad propia. A mi modo de ver, considero que no se puede adjudicar una decisión tan clara e inflexible. Al tratarse de un tema con tan alta complejidad, deben extraerse matices en lugar de dictaminar a groso modo una cuestión que en su mayor totalidad implica la ética.

Así pues, considero que la controversia se produce al plantearse una hipótesis errónea. En primera instancia, hemos de tener claro que aspecto deseamos analizar, puesto que los ideales nazis abarcan una amplia gama de conjeturas, y sin embargo tendemos a asociarlo a un único concepto; el genocidio. Es evidente que las atrocidades producidas durante el legado nazi no hayan razón justificable para nuestra sociedad, pero hemos de adoptar todos los factores situacionales, como bien pudieron ser las presiones económicas a las que una infinidad de alemanes se vieron sometidos, tras la pérdida de la guerra y la crisis financiera, como las presiones que aplicaba la profusa propaganda en tiempos dónde los medios de comunicación se veían limitados. Por otro lado, la afiliación a un grupo como individuo, en este caso al partido, proporcionaba unas garantías que se suplían con la conformidad y la obediencia a la autoridad. Hitler exigía plena lealtad al partido, pero realmente no era exactamente lo que Hitler reclamaba, sino que en muchos casos la conveniencia personal favorecía a la fidelidad del partido y la ideología. Los sentimientos se unificaban en una sola idea, y la uniformidad de todos los  afiliados y posteriormente de toda una sociedad.

Por tanto valores como la disciplina y el orden público organizaba a una caótica nación que ya desde tiempo atrás se instituía como un órgano inestable. Además la uniformidad atribuía valores  como la igualdad, el respeto y la honra, del mismo modo que la asignación de ciertas funciones proporcionaba una responsabilidad que a ciertos individuos enorgullecía y satisfacía, de forma que la seriedad y la firmeza con la que se empleaban las tareas se fundamentaban en la obediencia, en respuesta a la responsabilidad otorgada.

En segundo lugar hemos observado, como algunos sujetos, podrían haberse sentido sencillamente como un medio instrumental, por tanto la responsabilidad que se les atribuía, era acatada directamente por los mismos, pero sin embargo no se consideraban como promotores o autores, puesto que su función se basaba en obedecer. En otras palabras, la orden no provenía del propio sujeto y por tanto, por más inhumanas que llegaran a ser las acciones, se llevaban a cabo bajo ninguna responsabilidad personal. Esto permite que los dirigentes nazis e incluso la población alemana tolere dichas conductas y las promueva como un ejemplo a sus amigos, familiares y cercanos.

Hay que tener en cuenta que el genocidio fue una de las últimas acciones concluyentes de la Alemania nazi. No obstante, si analizamos los fundamentos del partido nazi hayamos una serie de objetivos y propósitos que de forma intrínseca  dejar a relucir aspectos nacionalistas, en todos sus sentidos. Del mismo modo que ofrece una visión antisemita a consecuencia del ferviente nacionalismo, implicando medidas extremas y la adopción de ideas racistas y xenófobas. Por ejemplo, el proteccionismo se adoptó como medica económica frente a una situación precaria y decadente.

Como bien queda reflejado, desde la llegada de Hitler al poder, entre otras cosas, se inició un proceso de disminución del paro, que fue acogido y agradecido por los alemanes independientemente de las medidas para tal. En el ámbito económico Hitler garantizaba la superación de la situación alemana. Se podría afirmar que durante su legado Alemania superó fácilmente la depresión de los años treinta. Por otra parte, ya hemos visto que a todo este período de estabilidad financiera, hay que agregarle que los judíos fueron utilizados como chivos expiatorios, lo que permitía expropiarlos de todos sus bienes y riquezas, así como de sus posesiones. Para la sociedad alemana, concretamente para los dirigentes nazis, esto se traducía como una mejora considerable, enriqueciéndose cuantiosamente y apropiándose de las lujosas residencias que pertenecían a los judíos. Por tanto, el traslado de una vida de miseria y mediocridad se veía fortalecido hacia unas nuevas condiciones de vida.

En cierta manera, se puede decir que para los alemanes de la época, se trataba de una especie de acuerdo desigual; mientras que su función se limitaba en apoyar y promulgar una ideología que en cierto modo ya estaba adherida a su pensamiento, obtenían a cambio una prosperidad en todos los sentidos, tanto en el ámbito individual y personal como en el ámbito social y nacional.

Así pues, el motivo de afiliación implica una serie de beneficios y a su vez unas responsabilidades. En el momento en que el NSDAP comienza a tener un alto número de votos a su favor, la sociedad alemana ya ha adquirido sus ideales, los adopta y los acepta. Cierto es, que en primera instancia el programa  de los 25 puntos del partido nazi ya expresa explícitamente cuales son sus pretensiones una vez en el poder, y básicamente basaba sus fundamentos en el realce de una nueva Alemania y en el reparto equitativo de los diferentes derechos, eso si, mostrando claramente  su postura nacionalista frente a los extranjeros o judíos.

El hecho de qué el partido nacionalsocialista fuera ampliando sus votos con el transcurso de los años, nos conduce a pensar que el proceso hacia la conquista nazi fue la adopción de una ideología que había estado razonada y justificada para los contemporáneos de la época, aunque el desenlace de la ideología con el genocidio judío como última acción, no halle actualmente justificación alguna